El huevo, ¿héroe o villano?
La verdad es que el huevo es uno de los grandes protagonistas de la alimentación del ser humano, pero habitualmente se enfrenta a una gran dicotomía por la opinión que de sus propiedades tienen sus seguidores y sus detractores.
Del huevo podemos oír comentarios buenísimos y malísimos, pero algunos de ellos no están bien fundamentados aunque sí muy arraigados en la cultura popular.
Así en la parte negativa es frecuente oír que los huevos hacen mucho daño al hígado o que suben el colesterol por la gran cantidad que contienen del mismo, sobre todo en la yema. Sin embargo si consumimos 4 o 5 huevos por semana no vamos a tener ningún problema de salud relacionado con esta actitud, ya que el hígado no sufre ningún daño y además no nos subirá el colesterol, debido a que el colesterol que contiene el propio alimento, llamado colesterol dietético, apenas se absorbe y por lo tanto no se va a acumular en nuestras arterias, tal como mucha gente piensa desde hace años.
En la parte positiva hay una mejor información entre la población, ya que la mayoría de personas piensa que el huevo tiene un elevado valor nutricional y que por lo tanto alimenta mucho. No están desencaminados porque la proteína que contiene, sobre todo en la clara, es una proteína de altísima calidad, hasta tal punto que se le conoce como “proteína patrón” por su alto valor biológico que nos permite aprovecharla casi en su totalidad, siendo así la referencia para todas las demás proteínas porque ninguna se utiliza en tan alto grado como ella. Por ello es muy recomendable en edades de crecimiento donde se necesita un mayor y mejor aporte de proteínas, así como en edad senil donde la pérdida de proteína es muy acusada y es importante que las que se consuman sean de buena calidad.
Ya a nivel práctico hay pocas virtudes que tengamos que descubrir del huevo, como lo socorrido que es a la hora de solucionarnos una cena o un sabroso bocadillo caliente de tortilla. Así lo tenemos presente en entrantes, como las ensaladas, en platos principales, en segundos platos y en la mayoría de postres que solemos tomar.
En la postguerra era difícil el acceso a los huevos y muy pocas familias podían consumirlos de forma habitual, por lo que se convirtió en un alimento deseado y solo al alcance de personas que criaban gallinas y podían consumirlos a diario. Hoy en día cualquier familia puede comprar y comer huevos habitualmente y disfrutar de su delicioso sabor y de sus maravillosas propiedades.
Así que ya sabes: ¡Introduce los huevos en tu alimentación sin temor porque sin duda son héroes y no villanos!.
Alberto Esteban Tardido
Centro Garaulet de Cartagena